" Bajo su aspecto tímido, su gran simpatía y su capacidad para dar confianza a los demás, se escondía un peligroso asesino y violador de mujeres y niñas, capaz de cometer atroces crímenes sin mostrar compasión alguna. "
Ted Bundy, antiguo boy scout, no encajaba
en el perfil macabro del psicópata
Nació en 1946, hijo de una joven chica soltera que provenía
de una familia puritana. Es rechazado por ella durante los primeros años de su
vida por ser hijo ilegítimo. Ella (la madre de Ted) trata de disimular a su hijo,
que es considerado como una vergüenza para la familia, tratándolo como si fuese
su hermano. Bundy se crió en casa de su abuelo, un hombre violento que pegaba a
su mujer.
Las secuelas de estos rechazos en la infancia, serían
visibles en la adolescencia, a través de su carácter sumamente tímido e
infantil y de su tendencia a la soledad. Comienza a aislarse de sus compañeros
de juego y adopta un cruel y extraño comportamiento hacia cuanto le rodea, por
ejemplo, mutilando los animales que atrapa.
Más tarde cursa estudios de Derecho y colabora en algún
partido político trabajando activamente en las campañas. Pero en esa etapa de
su vida, decepcionado por una sociedad en la que no encaja, comienza su etapa
como asesino en serie.
El primero de sus crímenes tendría lugar en Washington en
1974, cuando ataca a una mujer mientras dormía golpeándola con una barra de
hierro. Apenas un mes más tarde asesina a una joven en el mismo campus
universitario, llevándose el cuerpo lejos de allí una vez muerta ésta, pero dejando
la habitación llena de sangre.
En todos sus crímenes adoptaba un mismo ritual: seguía a la
joven víctima por las calles, luego la estrangulaba y la golpeaba en su propia
casa. A veces la secuestraba para llevarla a un lugar más seguro. Una vez
muerta la sodomizaba con el miembro o con el objeto que tenía más a mano
mientras mordía su cuerpo.
Bundy podría considerarse un ejemplo claro de lo que sería
un asesino en serie psicópata. No sólo por haber sufrido una infancia
traumática, sino porque además su aspecto inspiraba siempre confianza a las
víctimas. Si bien al principio cometía sus crímenes por la noche guardándose de
un posible testigo que pudiese identificarlo ante un tribunal, poco a poco se
iría confiando y abordaría a las futuras víctimas por el día.
Para cometer sus crímenes, Bundy apelaba a la bondad de sus
víctimas. Paseaba por los campus universitarios con muletas o con el brazo en
cabestrillo, y dejaba que sus libros se cayeran al suelo a la vista de alguna
chica. Ellas no podían negarle ayuda a un sujeto que inspiraba confianza y
ternura, y le acompañaban hasta su coche. Entonces Bundy las golpeaba con una
palanca e iniciaba la pesadilla.
Tras sus primeros crímenes, Bundy comienza a viajar por una
buena parte del país: Washington, Utah, Colorado y Florida, dejando a su paso
una serie de crímenes y secuestros.
Es arrestado una primera vez el 16 de agosto de 1974 en Utah
tras ser identificado por una mujer que meses antes había intentado secuestrar.
Se le condena a cumplir una pena de prisión en Colorado, pero logra escaparse
antes de ser encerrado y desaparece durante más de dos meses. Dos meses que le
servirían para seguir cometiendo espeluznantes crímenes, esta vez tres jóvenes
entre las cuales una tan sólo contaba con 12 años.
Es nuevamente detenido en Florida. En el juicio, él mismo se
defendería en tanto que abogado, apoyado por un grupo de jóvenes “fans” que
reclamaban su inocencia ante las puertas del Juzgado. A pesar de todo, la
prueba irrefutable que lo culpó, la aportaría un odontólogo forense, tras
comparar las marcas de unos mordiscos en uno de los cadáveres con los dientes
de Bundy. Evidentemente ambos moldes coincidían. Después de seis horas de
deliberación, el jurado lo condenaría al corredor de la muerte por 14 homicidios
de primer grado…
Tenía una fijación especial por asesinar a mujeres jóvenes
de pelo oscuro y largo, que le recordaban a su ex novia, la cual lo había
rechazado unos años atrás. Pero las jóvenes víctimas vendrían a representar del
mismo modo a su madre, por haberlo abandonado de pequeño. El asesino confesaría
personalmente a los psiquiatras: “Toda la rabia que he estado desahogando con
las mujeres que maté, estaba dirigida contra mi madre”.
Podríamos considerarle como una mezcla entre asesino organizado
y desorganizado. Tanto podía mostrarse con una personalidad muy inmadura, dejar
indicios en el lugar del crimen, o por lo contrario prepararlo cuidadosamente,
seleccionar a las víctimas y dejar pocas huellas.
Él mismo se consideraba un adicto al crimen, y aunque
aseguraba que podría dejar de matar en cuanto se lo propusiese, no dejó de
hacerlo hasta su detención. Aseguraba no haber matado a 14 mujeres, confesó
haber asesinado y violado a 28 mujeres en los años 70.
Los múltiples test psiquiátricos realizados evaluarían una
personalidad propia de esquizofrénico: Cambios de humor muy repentinos,
impulsivo, sin emociones, afán de protagonismo, ataques de histeria, doble
personalidad, inestabilidad emocional, rechazo a la sociedad, ansiedad,
depresión, complejo de inferioridad, inmadurez, mentiras que termina por
creerse él mismo, obsesivo, egocéntrico, falsa realidad adaptada por él mismo,
manía persecutoria…
Bundy esquivaría la muerte durante casi nueve años, agotando
todos los recursos judiciales e incluso manipulando a las autoridades. Cual
Sherezade de vocación siniestra, ganaba tiempo ofreciendo a los investigadores
datos de asesinatos jamás resueltos.
Su crédito negociador se agotó definitivamente el 24 de
enero de 1989. Aquella mañana, cientos de personas se arremolinaban en el
exterior de la prisión de Starke. Había un ambiente carnavalesco y de júbilo
apenas disimulado a la espera de la ejecución de Bundy. Las pancartas rezaban
lemas líricos tan inspirados como ‘Las rosas son rojas/ Las violetas azules/
Buenos días, Ted/ Te vamos a matar’.
Se filtraron informaciones de que Bundy empezó a tartamudear
cuando vio la silla eléctrica. Él, siempre carismático y petulante, perdió su
legendaria compostura cuando llegó su hora. En aquel instante, ni siquiera las
cartas de amor que acumulaban polvo en su celda eran un consuelo. Era el
momento de saldar deudas con sus viejos fantasmas.
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