Confesó 53 asesinatos. A sus víctimas las sometía a
terribles amputaciones (útero, testículos, ojos, pezones…) que a veces
realizaba con sus propios dientes…Fue uno de los asesinos más crueles y
salvajes de la historia. Él mismo llegaría a decir: “Yo soy un error de la
Naturaleza, una bestia enfadada”
Chikatilo antes de la transformación
Para Chikatilo (arriba, con 22 años), de pequeño, lo más
duro fue escucharle hablar a su madre sobre cómo su hermano mayor Stepan fue
raptado y devorado.
Nació en Ucrania el 16 de Octubre de 1936, en una pequeña
aldea en tiempos de hambruna, cuando morían millones de personas cuyos
cadáveres se amontonaban en las calles y campos. Lo más cruel para el pequeño
Andrei y su hermana era escuchar en el regazo de su madre como su hermano
mayor, Stepan, había sido raptado y devorado. Aunque no era un caso aislado en
aquellos duros años treinta, el hecho marcaría notablemente al niño, quien se
sentía en esos momentos más solo que nunca. De hecho no existe ningún documento
que informe acerca del nacimiento o muerte de Stepan, pero la manera en que su madre se los contaba hacía que la
historia pareciera verídica.
En la escuela era muy introvertido, incapaz de aceptar su
miopía, (sus primeras gafas las tuvo a los treinta años, y hasta los doce se
orinó en la cama). Siempre era humillado por los otros compañeros, cualquiera
podía decirle lo que fuese y él se limitaba a escuchar y a aguantar. No es de
extrañar que con el tiempo, su ánimo se llenase con las lágrimas contenidas y
con todas esas injurias. A medida que iba creciendo, se hacía más tímido con
las mujeres, hasta el punto de hacer fracasar su primer intento sexual, por
eyacular en pocos segundos mientras abrazaba una chica; de ahí surgieron los
primeros rumores de su impotencia.
Como todos los ciudadanos soviéticos sirvió en el ejército y
luego se dedicó a los estudios, obteniendo tres títulos: en Lengua y Literatura
Rusa, en Ingeniería y en Marxismo-Leninismo.
Chikatilo tenía problemas de impotencia sexual y a sus 35
años espiaba menores de doce años mientras se masturbaba. Aún así consiguió una
esposa y pudo tener descendencia, tal y como se ve arriba.
En 1971, un diploma universitario le dio el grado de
maestro. Sentía una creciente atracción por las menores de doce años, y se
colaba en los dormitorios para verlas en ropa interior mientras se masturbaba
con la mano dentro del bolsillo. Más tarde Chikatilo se refugió en el
Comunismo, pero su fijación con el dogma político rayaba en la demencia.
A pesar de su problema, pudo encontrar una esposa, y aunque
era incapaz de mantener una erección, sí podía eyacular. Logró alcanzar en
contadísimas ocasiones la suficiente erección para dejar embarazada a su
esposa, pero no dejaba de pensar, que la naturaleza lo había castigado
castrándolo al nacer. Era un marido de carácter estable y trabajador, un padre
que nunca levantaba la voz ante los hijos, un respetado miembro del partido
comunista que leía los periódicos y se mantenía al corriente de la actualidad.
Discreto, vivía con la rigurosa austeridad que corresponde a un verdadero
soviético.
En la escuela en la que trabajaba, sus alumnos se reían de
él, le apodaban “el ganso” porque sus largos hombros encorvados hacían que su
cuello pareciese alargado, y porque lo tenían por tonto. Él no hacía nada por
remediarlo, tampoco cuando le empezaron a llamar “maricón”, ni cuando le
pegaban arrojándole una manta por encima o cuando lo sacaban de las aulas a
patadas. Después de cierto tiempo le adquirió tanto miedo a los chicos que empezó
a llevar un cuchillo a su trabajo.
.
El afrodisíaco de la sangre: nacimiento del Carnicero de
Rostov
A sus 43 años llevó a una niña de 9 a una cabaña en el
bosque, la desvistió con violencia, accidentalmente le hizo un rasguño del que
brotó sangre y eso le propició una erección inmediata, estableciendo el vínculo
fatal entre sangre y sexo. Luego sacó un cuchillo y se lo clavó a la niña en el
estómago. Con cada puñalada veía que se acercaba más al orgasmo: así, no cesó
hasta eyacular sobre su primera víctima…
El 22 de diciembre de 1978, Chikatilo mató por primera vez a
los 43 años. Abordó en la calle a una niña de nueve años de edad, y la
convenció para que se fuera con él a una cabaña que poseía en las afueras de la
ciudad. Sabía cómo hablar a los niños, él mismo había sido maestro y tenía a
sus dos hijos. Una vez allí la desvistió con violencia. Accidentalmente, le
hizo un rasguño del que brotó sangre, hecho que le propició una erección
inmediata, estableciendo el vínculo fatal entre sangre y sexo. Luego, sacó un
cuchillo y se lo clavó a la niña en el estómago. Con cada puñalada notaba que
se acercaba más al orgasmo, por lo que no cesó de hacerlo hasta la eyaculación.
Chikatilo había intentado satisfacer su necesidad sexual movido por la
esperanza de llegar a ser igual que los demás, pero no lo era. Su flacidez y
las burlas de las mujeres que se lo recordaban a cada momento, era más de lo
que podía esperar. También se dio cuenta de que su placer no consistía en
acariciar los genitales ajenos, sino en maltratarlos.
Dos días después de este crimen la Policía encontró los
restos de la niña en el río Grushovka, y cerca de la cabaña de Chikatilo una
gran mancha de sangre. Los policías interrogaron al hombre, pero acabaron
inculpando a otro agresor sexual, Alexander Kravchenko. Chikatilo era, por las
paradojas que marcaban sus actos, más dual que nunca.
Era el típico marido sumiso y asexual. Hacía todo lo que su
mujer le ordenaba o casi todo. Ella solía desear los placeres del lecho con más
frecuencia que él, y eso les llevaba a frecuentes discusiones, a que ella le
recordase en todo momento lo taciturno e inerte que era. Su acusación de haber
molestado sexualmente a las estudiantes le costó el trabajo, pero ganó uno
nuevo en una fábrica en el que tenía que estar viajando constantemente. Siempre
se estaba moviendo, lo cual le ayudaba a escoger sus nuevas víctimas.
Tres años pasarían antes de que Chikatilo asesinara por
segunda vez, el 3 de septiembre de 1981. Su segunda víctima fue Larisa
Tkachenko de 17 años de edad, la convenció de ir con él al bosque para tener
relaciones sexuales, pero fallo en el intento por lo que ella se río de él,
esto lo enfureció, perdió el control, estranguló a la mujer y eyaculó sobre el
cadáver, mordisqueó su garganta, le cortó los senos y en su frenesí se comió
los pezones. Luego, comenzó a lanzar aullidos mientras bailaba una danza de
guerra alrededor del cuerpo. Dejó el cuerpo sin vida con un palo enterrado. En
esos momentos supo que volvería a matar. Los dos primeros asesinatos de
Chikatilo tuvieron cierto carácter fortuito. Es posible que, en ambos casos,
sus intenciones fueran solamente de índole sexual. Los gritos de terror le
excitaban, pero era el asesinato en sí lo que representaba para él el acto
sexual supremo.
Su tercera víctima fue Lyuba Biryuk, fue raptada de una
villa y fue acuchillada 40 veces en el bosque. Le mutiló los ojos, cosa que se
volvería algo común en sus asesinatos, la firma mortal de Chikatilo.
Chikatilo le extirpaba con gran precisión los testículos a
los chicos y los ovarios a las chicas. Y a todas sus víctimas, para no
encontrarse con sus miradas, les arrancaba los ojos.
Chikatilo asesinó a otras 3 personas ese año, entre ellas se
encontraba su primera víctima masculina, Oleg Podzhivaev de 9 años de edad, el
cuerpo no se encontró pero Chikatilo afirmó ser el responsable y que le había
arrancado los genitales. La Prensa estaba enloquecida con el asesino en serie,
el modus operandi era siempre el mismo, sus víctimas siempre se encontraban en
los bosques, con indicios de violencia y sadomasoquismo, y en ocasiones les
faltaban miembros a las víctimas, que eran siempre niños, niñas y chicas
jóvenes. Entre sus presas habían muchos escapados de casa y retrasados
mentales, pues se dejaban convencer más fácilmente y agradecían su ayuda en el
laberinto del sistema de transportes local, con el que no estaban
familiarizados.
En 1984 asesinó a 15 personas. Mientras el tiempo entre sus
asesinatos iba disminuyendo, el número de víctimas iba en ascenso. Chikatilo
elegía sus víctimas entre la multitud en estaciones ferroviarias y en paradas
de autobús, y con algún pretexto, las convencía para que lo siguieran a alguna
zona boscosa. Una vez allí les infligía numerosas puñaladas (entre treinta y
cincuenta). Casi todas las víctimas sufrían la mutilación de los ojos. A las
adolescentes o chicas jóvenes les seccionaba los pechos o los pezones, ya fuera
con sus afilados cuchillos o con los dientes. El útero era extirpado con tal
precisión que todos los cirujanos de la provincia de Rosstov pasaron a ser
sospechosos en potencia. Mientras las violaba, se enfurecía tanto por llegar
tan rápidamente al orgasmo que les machacaba la cara a golpes. Para ocultar su
impotencia, a veces, con la ayuda de una ramita, colocaba el semen en la vagina
de la víctima. En el caso de los niños, los atacaba nada más hallarse a solas
con ellos en el bosque: un golpe para aturdirlos con las manos atadas y unos
golpes de cuchillo poco profundos para establecer su dominio sobre ellos.
Posteriormente los mutilaba a mordiscos, les cortaba los genitales o solamente
extirpaba los testículos, que guardaba a modo de trofeo. También arrancaba los
ojos de todas sus víctimas, quizás para evitar encontrarse con sus miradas. En
algunas ocasiones realizaba estas amputaciones cuando la víctima se hallaba aún
con vida, aunque no consciente. En ninguno de los casos se encontraron las
partes del cuerpo seccionadas en las cercanías de la escena del crimen.
Estas son algunas de sus víctimas
Además practicaba actos de canibalismo, en sus declaraciones
confesaría que le gustaba tragarse las partes del cuerpo más blanditas… En
1981, se convirtió en funcionario de abastecimiento de una fábrica, y el
trabajo, que le obligaba a recorrer una buena parte de la región, le proporcionaba
la tapadera perfecta.
El Instituto Serbsky de Moscú diseñó el perfil de un hombre
ostensiblemente normal, probablemente casado, con un trabajo regular, y por el
esperma hallado en los cuerpos de sus víctimas, se supo que su sangre era del
grupo AB. El 14 de septiembre de 1984, detuvieron a Chikatilo en el mercado de
Rosstov, pues en líneas generales encajaba con la descripción del asesino, pero
no pudieron demostrar nada más. Chikatilo parecía un hombre respetable, y tras
hacerle un análisis de sangre, ésta resultó ser de grupo A. Enseguida fue
puesto en libertad sin cargos. Por esas alturas, los archivos de la Policía
contenían datos de unos 26.500 sospechosos. Cuando apareció el cadáver número
treinta, los periódicos empezaron a dar noticias del posible asesino en serie,
quienes todos creían un retrasado mental, a pesar que la Policía no estaba de
acuerdo, pues la amplia dispersión del asesino indicaba que éste disponía de un
vehículo, factor que en Rusia era eliminativo.
Chikatilo fue acusado de haber robado un rollo de linoleo de
su oficina, siete meses después con ese caso aún pendiente, fue arrestado por
comportamiento impropio en la estación de autobuses de Rostov, fue sentenciado
a 15 días en prisión, pero la Policía creía que él era el asesino, así que
compararon la sangre de Chikatilo con el semen encontrado en los cuerpos de las
víctimas e inexplicablemente no era el mismo tipo de sangre. Fue sentenciado a
un año en cárcel por el robo del linoleo pero el juez simpatizó con él y lo liberó
antes. El asesino estaba libre otra vez.
.
Descubrimiento y detención de Chikatilo
Lo capturan a sus 54 años el 20/11/1990. Pese a la
preocupación natural que mostró al ser capturado, Chikatilo terminará riendo en
algunos momentos del juicio.
El 17 de octubre de 1990, volvió a matar en un bosque
cercano a la estación de Donlesjoz. Este crimen absorbió a toda la Policía
Local y a una fuerza antidisturbios de 100 hombres. Pero dos semanas después,
Chikatilo volvió a actuar, y ésta vez fueron unos 600 detectives los encargados
de investigar a lo largo de la línea de los bosques, en dónde montaban guardia
tres o cuatro oficiales en los apeaderos más aislados.
El 6 de noviembre de 1990, uno de estos detectives, el
sargento Igor Rybakov, vio surgir del bosque un hombre con traje y corbata.
Mientras observaba cómo éste se lavaba las manos en la fuente advirtió que
tenía un dedo vendado y una mejilla manchada de sangre. Le pidió los documentos
y elevó un informe de rutina. Cinco días después encontraban un nuevo cadáver
en ese mismo lugar el cual estimaron que llevaba muerto más o menos una semana.
El homicida tenía que haber pasado por la estación, y el
culpable no podía ser otro que el sospechoso del informe de Rybakov. Lo
arrestaron el 20 de noviembre, sospechoso de haber asesinado a 36 víctimas,
todas ellas mujeres y niños. Su esperma, aunque no su sangre, sí era AB.
El fiscal general de la provincia de Rosstov emitiría una
orden de detención contra Chikatilo, efectiva a partir del 20 de noviembre de
1990. Y ese mismo día, en efecto, fue retenido por la KGB, mientras éste con
paso lento y senil decía “¿Cómo pueden hacerle esto a una persona de mi edad?”.
En los interrogatorios, afirmó que simplemente era un ciudadano normal, que no
había cometido ningún tipo de delito, y que era objeto de una persecución
absurda por parte de la Policía. El 27 de noviembre prometió que estaba
dispuesto a aportar pruebas de sus crímenes si no continuaban atosigándole con
los interrogatorios que le recordaban los detalles, y dos días después se
derrumbó ante un psicólogo a quien acabó confesando 53 asesinatos.
Posteriormente guió a los investigadores a los distintos lugares con la
esperanza de que el número de muertes lo convirtiera en un “espécimen de
estudio científico”.
.
Chikatilo estaba cuerdo y debía morir
El descarado de Chikatilo afirmó ante la Prensa: “Lo que
hice no fue por el placer sexual, sino porque me proporcionaba cierta paz de
mente y de alma durante largos periodos”. También, se quitó la ropa y meneó el
pene gritando: “¡Fijaos que inutilidad, ¿Qué os pensáis que iba a hacer con
esto?!”
Chikatilo escribió una declaración firmada para el Fiscal
General, que decía: “Me detuvieron el 20 de noviembre de 1990 y he permanecido
bajo custodia desde entonces. Quiero exponer mis sentimientos con sinceridad.
Me hallo en un estado de profunda depresión, y reconozco que tengo impulsos
sexuales perturbados, por eso he cometido ciertos actos. Anteriormente busqué
ayuda psiquiátrica por mis dolores de cabeza, por la pérdida de memoria, el
insomnio y los trastornos sexuales. Pero los tratamientos que me aplicaron o
que yo puse en práctica no dieron resultados. Tengo esposa y dos hijos y sufro
una debilidad sexual, impotencia. La gente se reía de mí porque no podía
recordar nada. No me daba cuenta que me tocaba los genitales a menudo, y sólo
me lo dijeron más tarde. Me siento humillado. La gente se burla de mí en el
trabajo y en otras situaciones. Me he sentido degradado desde la infancia, y
siempre he sufrido. En mi época escolar estaba hinchado a causa del hambre e
iba vestido con harapos. Todo el mundo se metía conmigo. En la escuela
estudiaba con tanta intensidad que a veces perdía la consciencia y me
desmayaba. Soy un graduado universitario. Quería demostrar mi valía en el trabajo
y me entregué a él por completo. La gente me valoraba pero se aprovechaba de mi
carácter débil. Ahora que soy mayor, el aspecto sexual no tiene tanta
importancia para mí, mis problemas son todos mentales (…) En los actos sexuales
perversos experimentaba una especie de furor, una sensación de no tener freno.
No podía controlar mis actos. Desde la niñez me he sentido insuficiente como
hombre y como persona. Lo que hice no fue por el placer sexual, sino porque me
proporcionaba cierta paz de mente y de alma durante largos periodos. Sobre todo
después de contemplar todo tipo de películas sexuales. Lo que hice, lo hice
después de mirar los vídeos de actos sexuales perversos, crueldades y
horrores.” Lo que la Policía dedujo de esta declaración, es que el asesino
trataba de buscarse una posible salida alegando enfermedad mental, una obsesión
de tratamiento psiquiátrico.
Finalmente, el jurado condenó a Chikatilo a morir de un tiro
en la nuca, sentencia que se cumplió el 16 de febrero de 1994.
Los psiquiatras del Instituto Serbsky, no obstante, lo veían
como un sádico prudente que no sufría ningún trastorno que pudiera impedirle
comprender que sus actos estaban mal, actos que siempre eran premeditados. Por
esa razón, en octubre de 1991, dieron a conocer sus conclusiones,
diagnosticando que el asesino estaba “legalmente cuerdo”. El juicio de Andrei
Chikatilo se iniciaba en abril de 1992, y duraría hasta octubre de ese mismo
año. Éste, con la cabeza rasurada, presenció su juicio desde un cubículo de
metal. El primer día deleitó a los fotógrafos esgrimiendo una revista porno,
pero más tarde, abatido, se quitó la ropa y meneó el pene gritando: “¡Fijaos
que inutilidad, ¿Qué os pensáis que iba a hacer con esto?!”
Impresionante narracion del grandisimo Juan Antonio Cebrian ( La Rosa de los Vientos )
Fuente : http://www.asesinos-en-serie.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario